París, 7 feb (PL) París despierta hoy cubierta por una manta blanquísima luego de casi 24 horas de incesantes nevadas, una situación excepcional en la capital de Francia que trajo magia para unos, y un desconcertante caos para otros.
De acuerdo con los servicios meteorológicos, la ciudad y las comunas que la rodean vivieron en la última jornada el peor episodio de nevadas de los últimos cinco años, lo que tomó por sorpresa a muchos, incluidos ciudadanos y autoridades.
En una urbe donde cada vez se vuelven más raras las nevadas, muchos niños, jóvenes y adultos, lo mismo locales que extranjeros, salieron a las calles a disfrutar del paisaje y a protagonizar las típicas escenas: lanzarse bolas, hacer muñecos, o tirarse al suelo para revolcarse, esto último juego favorito de los más pequeños.
Las redes sociales de inmediato se inundaron de fotos: muchos no perdieron tiempo y se lanzaron a la caza de la mejor imagen de la Torre Eiffel bajo nieve, mientras los más aventureros optaron por el deporte de riesgo de esquiar en plena colina de Montmartre.
Pero lo que unos vivieron como un día de magia, para otros significó un verdadero caos, porque las acumulaciones de hielo provocaron serias perturbaciones que alteraron el funcionamiento habitual de la ciudad.
El sector del transporte sobresalió como el más afectado, y se reportaron numerosos retrasos en las salidas de vuelos desde el aeropuerto de Orly, ubicado al sur de esta capital, así como en las líneas de trenes de larga distancia.
Aunque las autoridades ferroviarias decidieron ralentizar voluntariamente la circulación para evitar accidentes, no pocos ciudadanos quedaron frustrados al tener que cambiar de planes, según lo expresaron airadamente en Twitter.
Así lo hizo el propio alcalde de Burdeos, Alain Juppé, quien criticó las cuatro horas de trayecto de París a su ciudad, un viaje que habitualmente toma dos horas con 40 minutos.
En esta capital, la circulación de buses fue interrumpida y se registraron además algunas perturbaciones en los tranvías, mientras solo el metro funcionó con normalidad, aunque mucho más saturado que de costumbre.
En consecuencia, el regreso del trabajo al hogar constituyó ayer para muchos parisinos una verdadera proeza, aunque los más afectados fueron, sin dudas, los habitantes de las afueras de la ciudad que se trasladan en sus propios vehículos.
En las carreteras, a las 19:30 hora local se reportó un pico de atascos con 739 kilómetros de fila de automóviles en la región Ile de France (región parisina), y dos horas después apenas había disminuido a 552 kilómetros.
«Estamos bloqueados desde las 16:30. Tenemos frío, no tenemos comida», declaró a la prensa el chofer de un camión pasadas las 22:00 horas.
Para gestionar la situación de crisis, cientos de agentes de la seguridad vial fueron movilizados, según informó la presidenta de Ile de France, Valérie Pécresse, pese a lo cual miles de personas debieron resignarse a dormir en sitios como el centro comercial Velizy 2, que estuvo abierto toda la noche para dar refugio a los varados.
Por otro lado, las autoridades decidieron habilitar centros suplementarios para la acogida de las personas sin domicilio, lo que incluyó salas de deportes, escuelas y otros establecimientos, con el apoyo de asociaciones humanitarias que trabajaron sin descanso para trasladar a estos ciudadanos hacia los sitios seguros.
Nieve en París: entre la magia y el caos
Por Luisa María González